Nunca ha habido ni habrá algo más desgarrador que ver a mi madre llorar y escucharle suspiros que vienen más de su corazón roto que de sus pulmones.
Yo, que quizás nunca he amado como ella, sé lo que es estar tocando más allá de lo que llaman fondo y ansiar desesperadamente que la muerte nos alcance, sólo porque el corazón destruido no deja de latir y dar intentos de vida... Yo, que siento que he sufrido demasiado, no alcanzo a imaginar su dolor.
Las madres, como los poemas, son delicados y sagrados.
Miré a los ojos a mi padre y le dije ''¿qué sentías al ver a mi abuela llorar por mi abuelo? Es probable que eso mismo sienta yo por ti ahora.''
Sin desmeritar el amor que siento por mi padre, mi madre me ha quebrado el alma. Quisiera arrancarle el corazón y cambiarlo por el mío, que su dolor fuera mío.
Pero es que si mi madre tuviera mi corazón, no mereciera tanta gentileza.