Para los que no sabían, soy estudiante (que mierda!) y hace tres años trabajo en una ONG como traductora. Es un trabajo de infierno pero me ha traído ingresos a lo largo del tiempo y con la ventaja de que siempre lo hago desde casa. Por lo general me llaman cuando hay cartas para traducir (un promedio de 400 mensuales), las recojo, las llevo a casa, las traduzco y las entrego con la cuenta de cobro. Es relativamente fácil.
Hace ocho meses además, a razón de una deuda millonaria (en pesos colombianos no es tanto) que tenía con mi hermana y su banco, decidí tomar un segundo empleo dado que no ganaba lo suficiente para pagar los tres millones que debía (1700 dólares), así que empecé a trabajar como guía de turismo en una agencia de viajes. Al principio, por mi poca experiencia (mi úinico trabajo había sido en la ONG y algunos eventos) mi único trabajo era llevar a los pasajeros desde su hotel al aeropuerto y viceversa. Sí. Yo era y soy de las niñas monas estúpida paradas con un letrero 'Mr. Tourist & Co' en las llegadas internacionales. Les doy la bienvenida, los subo en la van y rumbo al hotel, explicándoles cosas de la ciudad y dándoles una cálida y fraternal bienvenida con sonrisa de McDonald's.
Con el tiempo me han dado trabajos más importantes, como un tour a los carnvales en Barranquilla y a las islas del Rosario, aunque sigo con lo del aeropuerto.
Esta mañana precisamente, con el inicio de temporada de verano, tuve dos clientes canadienses para recoger y llevar al aeropuerto. Naturalmente debo verme princesa y divina y mostrarle al mundo que no tengo poros en la piel del rostro y que mis labios son completamente exquisitos y mi cabello es digno de un personaje Disney. Mi presentación personal debe ser siempre impecable, lo que significa que debo planchar mi uniforme, que consiste en unos vaqueros azules y una camiseta polo blanca con el logo de la empresa y mi nombre en una plaquita metálica.
Esta mañana estaba dedicada a planchar mi camisa, que no usaba hacía dos meses y de repente se acerca Mamá Dragona por detrás con voz de asesino sigiloso y me dice suavemente:
NO SABES PLANCHAR
Mi instinto de hija me alertó de una charla antifeminismo de inmediato. Y no me equivoqué.
"Juli... debes agarrar la plancha así. La camisa es blanca así que si quieres evitar manchas, pasa una vela por la plancha caliente... no la dobles así, apóyate así, mira como está el cuello... el logo lo planchas al revés...." Y no paraba mientras yo me hacía nudos con los codos buscando la posición correcta para verme impecable. Todo iba normal hasta que mi madre soltó la bomba-oráculo-predictiva:
SI NO APRENDES A PLANCHAR, NO TE VAS A CASAR NUNCA, OISTE? NUNCA
Qué ganas de casarme y de aprender a planchar.
Por nacimiento y defecto de fábrica, soy anti ama de casa. Aseo MI cuarto y lavo MI ropa y MI plato. Pero no hago MI comida ni sé planchar MI ropa. En fin... que aunque tenía ganas cero de reprocharle a mi madre ese comentario, no pude evitar pensar en lo malo que es que una mujer tenga ese pensamiento a estas alturas de la vida y con tanto calentamiento global.
De verdad que detesto que los hombres exijan que les cocinen como su santa madre lo hacía, una mujer que probablemente abandonó carrera para criar a sus hijos, y que además, su madre le enseñó a cocinar por las mismas razones. Detesto que una mujer tenga la concepción (bien infundada) de que debe verse perfecta, cocinar como los dioses, limpiar como si tuviese ocho brazos, ser fértil, buena madre, cariñosa, aseadísima, pulcra, de faldas largas etc para tener un hombre a su lado. Es muy de los cincuenta señoras!!!
No lo digo para defender mi triste posición porque haya nacido sin el talento de agregar la cantidad correcta de condimentos, no, es que de verdad... Es eso lo que hace o deja de hacer una relación? un matrimonio?
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Oh querido... ya llegaste! Mira como te saludo con amor y comida |
Si a los hombres les parece tannnn importante, entonces que tenga auto, que me abra la puerta, me arregle la silla, me mantenga, me entregue su sueldo, me trate como reina, me compre una casa, le dé dinero a mi madre y me haga tener seis hijos, porque los hijos son un regalo de Dios y hacen que el hombre tenga herederos. Ya. Me salí del tema.
El caso es... qué tristeza que una mujer piense así. Especialmente mi madre.